23.4.11

Tierra: !peligro!

La Habana,(PL) El Día de la Tierra se celebró a nivel internacional en medio de los graves peligros que amenazan al mundo y ponen en riesgo de desaparecer a la especie humana.


La fecha, promovida en 1970 por el senador estadounidense Gaylord Nelson, pretende, cada 22 de abril, crear una conciencia común acerca de problemas como la superpoblación, el aumento de la carga contaminante y la conservación de la biodiversidad.

Mas, ¿cuán alejado está el logro de ese propósito?, es la pregunta que aflora cuando se escuchan noticias alarmantes como el derretimiento gradual de los glaciares debido al cambio climático, las guerras por el petróleo o la hambruna en regiones de África.

Por ejemplo, Estados Unidos es, con mucho, uno de los principales contaminantes del planeta, una de las causas demostradas del cambio climático. Sin embargo, Washington se ha negado sistemáticamente a firmar el Protocolo de Kyoto (Japón, 1996). El compromiso procura obligar a los "grandes" industriales no solo a disminuir su impacto ambiental, sino además implicarlos en el financiamiento de la recuperación de los países subdesarrollados en esta materia.

Ocupado en guerras durante sus mandatos, el presidente George W. Bush ignoró la rúbrica del acuerdo y jamás habló de la deuda de invertir a favor de las naciones pobres. Las cuestiones ambientales no fueron su prioridad.

Barack Obama desde que llegó a la presidencia dijo que su objetivo era lograr una política energética que facilite el uso de energías limpias y lanzó la propuesta de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de su país 28 por ciento hacia el 2020.

"Nuestra meta es bajar los costos, reducir la contaminación y alejar los gastos de energía federales del petróleo hacia energía local, limpia", afirmó el actual mandatario tras su arribo a la Casa Blanca.

Pero el calentamiento global del planeta nace de la intensificacion del efecto invernadero, reforzado principalmente por la inmensa cantidad de dióxido de carbono que se emite a la atmósfera al quemar los combustibles fósiles.

Paradójicamente, el pasado 7 de abril el Senado estadounidense votó en contra de una enmienda que pedía reconocer la existencia del cambio climático y el hecho de que es el ser humano el mayor culpable de este fenómeno.

Por otra parte, pese a una presunta política a favor de la energía limpia, Estados Unidos es el mayor consumidor de crudo del globo. Si en un momento fue el más grande productor del hidrocarburo, hoy, debido a su crecimiento económico, se transformó, prácticamente, en un país deficitario de esa fuente de energía.

Se estima que la producción de hidrocarburos en el año 2020 será igual a la del año 1980, pero para ese momento la población mundial será un 200 por ciento superior y más industrializada.

Para la potencia norteña la necesidad de petróleo es una cuestión estratégica. Se calcula que el país tiene reservas solo para unos 10 años, mientras que las naciones del Golfo acumulan el 57 por ciento global.

Una razón suficiente para la invasión de Iraq, realizada en el contexto de la globalización y de la llamada guerra preventiva que estimuló la cruzada antiterrorista de la Casa Blanca, después del derribo de las Torres Gemelas en septiembre de 2001.

Poco antes del inicio de la ocupación del territorio iraquí por tropas del Pentágono y sus aliados en el 2003, se publicó una investigación acerca del efecto ambiental de una guerra.

Una conflagración, reconoció el estudio, arruina grandes sectores del suelo agredido que en un principio debían protegerse; las tierras tienden a sufrir una grave degradación y son destruidos la vegetación natural y el hábitat.

Además se erosiona y condensa el suelo; y los radios de bombardeo convierten la superficie en un desierto lunar marcado de cráteres. Las migraciones y la muerte van asociadas.

Justo es la descripción de lo que ha ocurrido en Iraq, Afganistán y ahora en Libia, donde está en marcha la ya denominada "guerra de Obama", en pos del petróleo del país norafricano.

Estados Unidos es uno de los principales patrocinadores de los conflictos a nivel global, y muchas veces se olvida que estos son la peor forma de deterioro y contaminación del ambiente.

Al parecer, el Presidente olvidó estas cosas cuando instó este viernes a sus conciudadanos a celebrar el Día de la Tierra.

Obama se limitó a defender en la jornada de celebraciones los programas federales de su gobierno, los que, a juicio del mandatario, buscan la protección de las comunidades para que especialmente los niños estén libres de químicos, toxinas y otras amenazas ambientales.

¿Y los niños iraquíes, libios y afganos? ¿Qué pensar para ellos en el Día de la Tierra? ¿Esto no se lo pregunta el Premio Nobel?

No hay comentarios:

Publicar un comentario