3.5.11

Un año después, José Bautista sigue prendido

NUEVA YORK  — Tal cual Sansón, hay algo que José Bautista nunca va a tocar: "La barba no me la afeito. Me dieron tres ponches cuando lo hice una vez". El jardinero dominicano de los Azulejos de Toronto hablaba en broma y en serio al cierre de una conversación de las claves de su impresionante éxito.


Su inicio de temporada ha confirmado que sus 54 jonrones en 2010 no fueron obra de la casualidad, y al mismo tiempo establece su reputación como un out casi que imposible cada vez que sale a batear.

"Bautista está en otra estratosfera, en otro sistema solar, lo que sea", dijo hace poco Joe Maddon, el manager de los Rays de Tampa Bay. "Este hombre está en otro planeta como bateador".

Maddon también opinó que, ahora mismo, Bautista le recuerda la aureola de invencibilidad que irradiaba Barry Bonds en 2002.

¿Exagerado?

Pues no. Los números no mienten. Bautista cerró el mes de abril con promedio de .357, nueve jonrones y 16 remolcadas.

Es el líder de las mayores en la estadística de OPS, el barómetro que combina embasado y slugging, con 1.292. Le saca 43 puntos al siguiente, Lance Berkman de San Luis.

Además, vio nacer a su primera hija, Estela Marie.

Bautista infunde pánico en los pitchers rivales. Las 30 bases por bolas que ha recibido le sitúan primero en ese rubro.

Un año después de triplicar su previo pico personal de jonrones, 16 conectados en 2006, se esperaba que Bautista tuviese problemas para repetir semejante producción, que los lanzadores iban a hacer los ajustes para enfrentarle.

"Los pitchers son quienes tienen que hacer los cambios, no él", dijo Dwayne Murphy, el coach de bateo de los Azulejos.

Murphy y el ex piloto Cito Gaston son los responsables, según Bautista, del ajuste mecánico responsable de sacarlo del anonimato para convertirse en uno de los toleteros más temidos del béisbol.

Bautista ha aprendido a hacer caso omiso al escepticismo que acompañó su repunte ofensivo, el cual hizo que algunas voces mencionasen el uso de sustancias para mejorar el rendimiento.

Tranquilamente, Bautista recuerda que nunca ha dado positivo en los controles antidopaje.

Su secreto radica en haber cambiado su swing, y en esto maneja un lenguaje muy técnico, repleto de detalles sobre mantener la cabeza fija, adelantar el movimiento del madero y no perder de vista la trayectoria de la pelota.

"Fueron varios cambios, pero el mayor fue iniciar el swing un poco más temprano y así mantener el cuerpo en una posición más fija y ver la pelota mejor y atacarla", afirmó. "Antes, empezaba a cargar muy tarde y la pelota siempre estaba bien profunda en la zona de bateo y por eso no podía conectarle con consistencia y con fortaleza, hacía muchos batazos de foul y me metía en conteos incómodos".

Algo esencial es ser paciente en el plato.

"Yo siempre he tenido selectividad en el plato, siempre he sido ese tipo de jugador que coge más bases por bolas de lo normal ... me gusta maximizar mis oportunidades. Si siento que no puedo conectarle a una pelota, prefiero no hacer swing que atacarla. Mientras tenga buenos conteos de bateo, todo eso se hace más fácil".

Bautista dice que en el inicio de la temporada notó que los lanzadores trataron de ser más agresivos con él, pero que rápidamente fueron cambiando el método, prefiriendo la cautela.

El caminar a la primera base no parece fastidiarle.

"Es difícil cuando uno sabe que tiene que esperar entre 30 y 45 minutos para ir al plato y, cuando uno va allá, de cinco o seis pitcheos, sólo ve uno en la zona de strike. A veces da mucha ansia de hacerle el swing a cualquier pitcheo que venga. Lo que digo es que hay que trabajar en la paciencia", sostuvo.

Murphy opina que este es el mismo Bautista de 2010, sin tocar nada, ni siquiera el ser un bateador que envía exclusivamente sus batazos por la banda izquierda.

"No hay que cambiarle nada y qué importa si los pega por el jardín derecho o el izquierdo, lo que importa es que traiga carreras", afirmó el coach.

Bautista ha redituado buenos dividendos para un equipo que apostó al darle una extensión de contrato por cinco campañas y 64 millones de dólares para evitar el arbitraje salarial.

El éxito de Bautista ha llegado a sus 30 años, luego que Toronto lo adquirió en 2008 cuando los Piratas de Pittsburgh lo colocaron en la lista de transferibles.

Más que los millones, lo relaja la seguridad de tener un puesto estable en un equipo.

"No tengo presión por contrato, todo lo contrario ... No tengo ninguna preocupación financiera, ni de oportunidades con eso de jugar con un contrato de año por año. Tengo un equipo bueno que me quiere y me da la oportunidad".

Y lo que sigue es conducir a los Azulejos a ganar un título de división en el Este de la Liga Americana, lo cual no consiguen desde que salieron campeones de la Serie Mundial en 1992-93.

"Estamos confeccionando un gran equipo. Todos los años vamos a seguir mejorando y pronto vamos a competir para ir a una Serie Mundial".

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