26.6.11

Marco Aurelio Guerrero, filósofo, emperador

Marco Aurelio, emperador de Roma desde el año 161 al 180, es una de las pocas figuras de la Antigüedad que sigue hablándonos casi dos mil años después de su muerte. Las hazañas de Alejandro Magno, Aníbal o Julio César pueden parecer impresionantes, pero la única voz del mundo grecorromano que todavía posee relevancia contemporánea es la del hombre que escribió las Meditaciones, consideradas una guía sobre cómo vivir moralmente sin religión. Hoy en día sigue siendo uno de los libros más leídos del mundo clásico.


Señalado por Adriano como futuro emperador, Marco Aurelio fue educado por algunos de los más destacados eruditos y filósofos de su tiempo. Cuando asumió el trono promulgó numerosas reformas que favorecían a los menos privilegiados, aunque mantuvo la persecución sobre los cristianos. Luchó contra los partos en el este, contra las tribus germanas en el norte, para, finalmente, sucumbir a la peste.

Su reinado prefiguró la decadencia y caída del Imperio Romano, pero su vida representa el cumplimiento de la famosa máxima de Platón de que la humanidad solo prosperará cuando los filósofos sean gobernantes y los gobernantes filósofos. Este libro, basado en todas las fuentes originales disponibles, así como en una amplísima bibliografía, promete ser la biografía definitiva y la más vívida escrita hasta la fecha de esta gran figura histórica.
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Frank McLynn
ISBN: 9788499700588

¿Por qué debería interesarnos un emperador que vivió hace dos mil años? Apenas si nos interesan los presidentes, primeros ministros y gobernantes de antaño a menos que se trate de colosos políticos o monstruos de maldad. Esta pregunta puede tener múltiples respuestas, y no solo si lo que nos estamos planteando es la validez de estudiar la historia en general. Marco Aurelio es la única figura de la Antigüedad que todavía nos sigue hablando: podemos emocionarnos ante las proezas de Alejandro Magno, Aníbal o César, y los novelistas históricos pueden seducirnos durante unas horas con sus reconstrucciones de Cicerón o Juliano (aparte de César y Marco Aurelio, solo conocemos bien los procesos mentales de estos dos personajes de la historia antigua), pero la única voz del mundo grecorromano que todavía parece tener relevancia contemporánea es la del hombre que gobernó el Imperio Romano desde el año 161 a 180 d.C. Por sí solo, el hecho de que sus reflexiones —las Meditaciones— se sigan vendiendo todavía es prueba de ello, pero no es difícil encontrar otras. Continuamos utilizando la comparación con «Marco Aurelio» para referirnos a un gobernante sabio. En su análisis de una serie de entrevistas con el rey Juan Carlos I de España, un crítico comentó que distaba mucho de ser Marco Aurelio; es bien conocida la afirmación de un comentarista y político estadounidense perteneciente a la derecha radical de que George W. Bush no era «ningún Marco Aurelio», mientras que su predecesor en la Casa Blanca, Bill Clinton, sostuvo que, durante su presidencia, había leído y releído el libro en cuestión. El escritor del siglo XIX Samuel Butler afirmó que nadie está realmente muerto si es recordado por muchas personas y, basándonos en esa aseveración, Marco Aurelio está más vivo que la mayoría de los vivos. Algunos se han sentido perplejos e incluso avergonzados por el hecho de que su influencia perdure con tanta intensidad y han intentado tratar el fenómeno en tono de burla.

Otra salida adoptada por aquellos a quienes irrita o desconcierta la fama e inmortalidad de Marco Aurelio ha sido afirmar que solo le interesa a los filósofos y a los contemplativos, y que el otro estoico famoso, Epicteto, es el que les gusta a los hombres de acción. James Stockdale, un piloto de combate estadounidense que fue abatido en Vietnam y, a continuación, mantenido como prisionero de guerra por el Vietcong durante siete años y medio, a lo largo de los cuales fue sometido a tortura y a cuatro años de confinamiento en solitario, explicó más tarde que fue la inspiración de Epicteto lo que le permitió sobrevivir. Durante un tiempo, Epicteto fue aclamado como el nuevo héroe y se convirtió en el modelo elegido para los libros de autoayuda; adquirió prestigio extra por haber influido en el revolucionario negro haitiano del siglo XIXToussaint L’Ouverture, que, cada vez más, es presentado como el santo patrón de los movimientos revolucionarios del Tercer Mundo. Sin embargo, el intento de marginar a Marco Aurelio y considerarlo una «mera» influencia en el ámbito del pensamiento, pero sin relevancia en el de la acción, queda inmediatamente desmontado cuando tenemos en cuenta el número de aventureros que han confesado haber sido influenciados por el estoico emperador. Diremos mucho más sobre el impacto de Marco Aurelio a lo largo de los tiempos más adelante, pero, por el momento, nos contentaremos con presentar dos ejemplos. El capitán John Smith, famoso por su relación con Pocahontas, se sintió hondamente impresionado por el ejemplo de un gobernante que era a la vez un pensador y un guerrero, aunque un guerrero renuente. En sus aventuras en Virginia llevó consigo solo dos libros: las obras de Maquiavelo y las Meditaciones de Marco Aurelio. Desde varios puntos de vista, resulta aún más impresionante el ejemplo de Cecil Rhodes, multimillonario, político y aspirante a forjador de un Imperio. Como escribe su biógrafo: «Iba a todas partes con una copia bien sobada y llena de anotaciones personales de este último libro, del que prefería aforismos como “¿Puede algún hombre pensar que vive para el placer y no para la acción o la ejecución?”.“Fíjate en la hormiga, perezoso, observa sus costumbres y aprende a ser sabio”». Había exactamente ciento un pasajes en su copia del libro muy subrayados por Rhodes, con cuatro ideas especialmente destacadas, las siguientes: La muerte es un aspecto de la vida, así que vive esta última como si la primera fuera inminente; el intelecto siempre debería prevalecer sobre las emociones; haz lo serio, no frívolo, haz lo justo, no lo popular; haz las cosas por los demás primero y por ti en segundo lugar; confía en ti mismo, pero sé también tolerante, flexible y estate preparado para cambiar de opinión.

La popularidad de Marco Aurelio hoy en día puede considerarse desde varios puntos de vista, algunos aparentemente triviales y otros terriblemente serios. Es el único emperador romano al que han tomado en serio las películas y también el mejor representado en la pantalla. En las películas que se desarrollan en la Roma imperial, los emperadores romanos suelen funcionar como «notas al pie» (pensemos en Ivan Triesault como Nerón en Barrabás o en George Relph como Tiberio en Ben-Hur) o bien aparecer en episodios melodramáticos, como en el caso de Jay Robinson en el papel de Calígula en La túnica sagrada o el famoso estilo cómico- tiránico de Peter Ustinov en su papel de Nerón en Quo Vadis. Sin embargo, tanto en Gladiator como en La caída del Imperio Romano, Marco Aurelio (encarnado respectivamente por Richard Harris y Alec Guinnes) es presentado como una figura seria en todos los sentidos. Ahora bien, el emperador no solo ha perdurado a través de las representaciones del celuloide. Me gustaría aportar la sugerencia de que su actual eminencia tiene cinco fuentes principales.

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