26.11.11

Las esquizofrénicas relaciones entre Merkel y Sarkozy


Nicolas Sarkozy y Angela Merkel 

Las relaciones entre Alemania (Angela Merkel) y Francia (Nicolas Sarkozy) son esquizofrénicas desde hace años: pienso una cosa, digo otra y hago una tercera.

La prensa alemana denuncia desde hace tiempo esa irrealidad fantasmal. La francesa se acomoda a tan desigual relación y finge ignorarla; puesto que, finalmente, el fantasma del «dúo», la «pareja», el difunto «eje», basado hoy en el cultivo de una mentira piadosa, beneficia a todo el mundo en distinta medida.
Helmut Schmidt fue el primero en certificar la defunción del legendario y muerto «eje» franco-alemán. Josep Piqué fue el primero en desvelar la nueva relación franco-alemana: una sociedad de apoyo mutuo.
Los dibujos animados franceses la describen de manera muy gráfica: antes del alba, insomne, Sarkozy abandona el lecho conyugal (donde madame Sarkozy duerme tan ricamente, acompañada de su hija), perseguido por el fantasma de una Angela Merkel «tiránica». Los cotilleos alemanes hablan de una canciller que pide a su chófer que le de un «paseo» por Berlín en su Audi privado para «liberarse» de la pesadilla Sarkozy.
La esquizofrenia que provocan las pesadillas franco-alemanas viene de muy lejos... Cuando Merkel pide una «regla de oro» presupuestaria para toda la zona euro, Sarkozy se apunta al carro de una iniciativa franco-alemana. En alemán eso quiere decir: «Francia debe ser más rigurosa, si quiere evitar la decadencia». Los franceses traducen muy libremente: «Ya veremos cuándo podremos recortar las deudas acumuladas desde hace treinta años».

París pide paciencia

Cuando Merkel estudia los diversos escenarios de la bancarrota griega (salida del euro, traumática pero soportable, lesiva para los intereses alemanes, catastrófica para todos), los banqueros alemanes sacan la calculadora y se horrorizan ante el costo de los distintos escenarios para los contribuyentes alemanes. Inquieto ante la posibilidad de perder la excelente nota —triple A— de su deuda, Sarkozy traduce: «Todos debemos cumplir los compromisos contraídos»..., una manera de pedir paciencia al Gobierno alemán.
Cuando Merkel evalúa los escenarios de una reforma de los tratados europeos, Sarkozy teme que esa evaluación «distraiga» a Berlín de la gestión de la crisis en curso, mientras la credibilidad francesa se degrada inexorablemente desde hace meses.
Para el resto de los aliados europeos la esquizofrenia franco-alemana tiene grandes ventajas. Cuando Italia (Berlusconi) o España (Zapatero) piden «paciencia» y «solidaridad» europea, se están «cobijando» bajo el plumaje retórico francés: pagar las deudas y recortar el déficit con el rigor germánico requieren un régimen a pan y agua presupuestaria que Francia es el primer aliado que no cumple.
Cuando España (Zapatero) o Italia (Berlusconi) dicen rechazar una Europa a varias velocidades, aspiran a recibir de Alemania (Merkel) el mismo trato de favor que Francia (Sarkozy), callando la evidencia: la zona euro ya funciona a varias velocidades... Y es Berlín y el Banco Central Europeo (BCE) quienes imponen la velocidad que consideran oportuna.
El primer ministro italiano, Mario Monti, lo ha resumido con crudeza: «Para recibir la ayuda del BCE, los Estados deben comenzar por ayudarse a sí mismos». Velado mensaje del presidente del BCE, Mario Draghi, al Gobierno francés: «No sigan aplazando los recortes, para poder seguir simulando que Alemania y Francia caminan a la misma velocidad».

Eclipse histórico

En definitiva, la esquizofrenia franco-alemana sigue siendo esencial. Sin ella la zona euro y la Unión Europea dejarían al descubierto un rosario de miserias desnudas: endeudamiento colosal, demografía declinante, crecimiento irrisorio, llamaradas populistas, eclipse histórico. Las fantasmadas francesas permiten a Alemania hacer pasar, mal que bien, el rigorismo prusiano de Frau Merkel, consciente de que Alemania no puede navegar sola en el océano sin orillas de la mundialización.

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