Las instituciones dominicanas son de cartón.No resisten
el impulso de las presiones de los partidos políticos, los empresarios, el
gobierno y en algunos casos los sectores populares. En el sistema electoral dominicano, los organismos encargados
de supervisar las elecciones no han sido más que volutas de humo, pavesas, que se dispersan con los vientos.
En pocas ocasiones en nuestra historia la Junta Central Electoral
ha tenido un papel ejemplar al momento de dictaminar el ganador de unos
comicios.
Esa fragilidad está en lo que se refiere a su
composición. La JCE ahora y en el pasado, está integrada por jueces –miembros que
responden a banderías políticas.
La Junta Electoral antes que responder a principios
institucionales, tiene que satisfacer las cuotas de los partidos políticos.
Eso no quiere decir que no pueda ser una Junta que dirija
unos comicios libres e independientes, y que se lleve al mínimo la parcialidad
de sus decisiones.
Lo que no se puede evitar es el desorden interno, los
enfrentamientos, la falta de consenso, y el tener siempre que buscar a terceros
para dirimir los asuntos.
Con sus fallas y su sistema de cuotas políticas, la Junta
Central Electoral en estos momentos es una institución creible, que puede
dirigir un proceso electoral que permita
que los dominicanos externen libremente
su punto de vista electoral.
Hay sectores que desean desacreditarla, porque en el
fondo esos grupos tienen más confianza en los llamados notables, que en el
organismo institucional que debe organizar y llevar a cabo el proceso
electoral.
A pesar de que los representantes de la sociedad civil
creen en la comisión de notables, y no en la vìa institucional, ellos no tienen
los pantalones o las faldas, para proponer que sus representantes escogidos para dirigir la JCE, y no el sistema
de desguace hecho por lo partidos
políticos.
Para que haya armonía en la JCE son los partidos los que
tienen que fijar posición, porque al parecer ellos tienen la última palabra en
las decisiones finales.
Aún así, tenemos más confianza en los jueces de la JCE,
que en la comisión de notables. Además, todos aceptaron el sistema de cuota
partido, y se conocía la militancia de cada miembro directivo de la Junta, antes
de ser acogido en el cargo.
Para el futuro, vamos a acabar con el sistema de que se
conforme a la Junta Central Electoral en base a la cuota a cada partido
político mayoritario, y búsquemos a ciudadanos sin conocida bandería partidista
para ocupar el cargo.
La mayor parte de la población no está inscripta en
partidos, aunque tenga simpatías políticas y sociales, por lo que hay
soluciones. Los problemas internos de la Junta Central Electoral no terminarán
mientras los hilos aparentemente invisibles sen movidos por las cuotas de los
partidos políticos.
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