En esta época de desarrollo cibernético, el campo sigue
siendo la tabla de salvación para la República Dominicana. A pesar del crecimiento desordenado de las grandes
ciudades, y el engrosamiento de los barrios marginados, la triste realidad del
campo está presente.
En cada atraco, en cada joven que se prostituye, en cada
falta de esperanzas, está la suerte del campo.
Donde primero se ha perdido la esperanza es en el campo.
Por ello los jovenes lo abandonan, y se arremolinan en los cordones de miseria
de las principales ciudades del país.
Tenemos que mejorar las condiciones de vida en el campo,
para que se de una mayor producción agropecuaria, y los jovenes, en vez de
emigrar a las ciudades, se queden a trabajar en sus tierras.
Pero hay que estar claros que mejoría de las condiciones
de vida en el campo no se refieren a la supra-economía, a los grandes
terratenientes, a los productos de alimentos, de carne y de leche.
Este sector es autosuficiente, y sus negocios les
permiten desarrollar sus fincas, y tener una buena vida en las ciudades.
Pero el campesino pobre se queda atrás. La época de la azada y el
machete desapareció, para para ellos es la única forma de ganarse la vida.
A pesar del progreso, en casi todos los campos
dominicanos se carece de luz eléctrica, no hay agua potable, la escuelita llega
hasta los primeros cursos de la primaria y los problemas de salud tienen que
ser resueltos en la ciudad más próxima.
A los campesinos conuqueros o los parceleros de la
reforma agraria les tiene que llegar el progreso en forma masiva.
Deben tener cerca
una escuela que ofrezca los primeros cursos del bachillerato, créditos y
asesoramiento para el desarrollo de sus plantaciones, asistencia médica, y
sobre todo energía eléctrica y agua potable.
Si hay buenas condiciones de vida en la zona rural, se
van a descongestionar las principales ciudades, porque dejarán de haber
clientes de las zonas marginales.
Los programas de desarrollo económicos dominicanos tienen
que participar, necesariamente en la modernización agropecuria. La economía de servicios, de
turismo, de zonas francas, es variable, y beneficia y perjduica.
Hay que fomentar esa economía de servicios e
industrialización, pero no en desmedro de los pequeños productores agropecuarios, que son una base
fundamental del sistema económico.
El crimen y el delito pueden ser reducidos, si se mejoran
las condiciones de vida en el campo. No se olvide que los soldados de la
delincuencia, provienen de los barrios marginados, donde se refugian las
familias que huyen de la miseria en el campo.
Pregunte al noventa por ciento de las prostitutas sobre
su sitio de nacimiento, y le va a mencionar una comunidad ignorada de un campo
remoto.
A pesar del modernismo, todavía los hombres de a caballo,
de azada y machete, tienen importancia fundamental en nuestro futuro.
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