9.1.12

La gigantesca gramola del Rock and Roll


Gram Parsons

Era un chaval en busca de la vida, un adolescente tras un sueño, un quinceañero que alucinaba con la música que su madre ponía en el coche. Era buen estudiante, pero también creía que se aprendía más en un disco de tres minutos que en todas las escuelas del mundo, y que siempre había que tener listos los walkman y el casete para ir grabando de todo, siempre dispuesto a darle al play.

Aquel sueño juvenil se bifurcaba en dos caminos la Ruta 61, la del blues, y la Ruta 66, la de los espacios abiertos y la tierra prometida. Con los años, aquel chaval se hizo periodista y empezó a firmar como Fernando Navarro. Pero su ordenador no es un ordenata cualquiera. Es muy de country, casi tanto como las amapolas, pero también del Delta, del pop, de todo lo que huele a motel de carretera, sandwich de pavo y pollo frito.

USA: una gigantesca gramola

Desde hace años, el tal Navarro le sigue la pista a esa colosal gramola que son los Estados Unidos, un gigantesco jukebox en el que suenan los angelicales Beach Boys o el infernal Lou Reed. Y del ordenador a las imprentas del diario «El País» donde colabora, a su fantástico blog (http://blogs.elpais.com/ruta-norteamericana/) y ahora a las páginas de un libro, «Acordes rotos» (66 rpm Ediciones), con prólogo del genial Quique González. Estos acordes rotos van por 33 músicos (33, 33 revoluciones por minuto, la mágica cifra rockanrrolera) no tanto como malditos sino desgraciados. Y desgraciados también los aficionados, pues todos ellos pasaron a mejor vida. Eso sí, después de dejarnos un puñado de tonadillas imprescindibles que llevarnos a la boca (y al corazón) mientras trastabillamos por este valle de lágrimas.
El libro se abre con Bessie Smith y Vic Chesnutt da la última nota. Entre medias, un emparedado para todos los gustos: Robert Johnson, Woody Guthrie, Charli Parker, Buddy Holly, Patsy Cline, Sam Cooke, Roy Orbison, Janis, Jimi, Gram Parsons, Townes Van Zandt, Willy Neville, Jeff Buckley... una formidable colección de ángeles musicales convocados por alguien que puestos a elegir el disco que le formó en su juventud apuesta por «Tracks» de Springsteen que «me abrió de par en par la puerta a otra dimensión musical. Me hizo apasionarme por la música, y desde entonces busqué todos los referentes posibles en relación con ese rock’n’roll. Y hasta día de hoy sigo buscando por un viaje fascinante que toma todo tipo de senderos estilísticos, puntos cardinales y épocas distintas», cuenta Fernando Navarro.
La gigantesca gramola del Rock and Roll
rpm ediciones
Detalle de la portada del libro
¿Y esa querencia por las tablas de la música que nació en los Apalaches? «Supongo que fue algo natural. Cuanto más música escuchaba, más me sumergía en el impresionante legado musical norteamericano. Es inevitable no hacerlo cuando la música norteamericana ha vertebrado el desarrollo de la música popular occidental del último siglo. Springsteen fue el detonante. Porque si se piensa bien, sobre todo en su primera gran época, era una especie de gramola andante que eecuperó como nadie en Norteamérica el rock’n’roll más genuino de los 50 y 60. Y de ahí, Dylan, Elvis o Mitch Ryder, y estos a su vez a Woody Guthrie, Rufus Thomas o Little Richard, y estos abrían tantas puertas que uno no para nunca de abrir más».
Aquel chaval que soñaba con un mundo de acordes y amplis, canciones de tres minutos y una habitación con vistas al desierto de Utah donde Bruce vio la tierra prometida, ha hecho de su vida un jukebox. Metan unos centavos por la ranurita y a volar.

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