12.1.12

Las rasgaduras políticas


La lucha por el poder es terrible. En su marcha ocurren frisuras, divisiones, odios y enfrentamientos.
Esa lucha queda soterrada, escondida, esperando mejores días; cuando existe un liderazgo caudillista, que insufla miedo al enfrentamiento, los deseos de discusión se aplazan, o duermen sueño eterno.
Pero en la República Dominicana ya pasó la época de los caudillos, los tres grandes del Siglo 20 están enterrados, y no vasta para encontrar soluciones sacar de la manga sus pronunciamientos.
Los marxistas en su mejor época vivían el culto a la personalidad a más no poder, y levantaban la memoria de los caidos, en combate o por causas naturales, para marcar el camino a seguir. En la lucha por el poder electoral, solo se piensa en los cargos y las yipetas
En la política nacional es el instinto que habla, es la ejecucion del día a día, y la esperanza o ambición en lontananza, que mueve los ejes de la carreta.
En las revoluciones todos parecen ir al combate unidos por el mismo objetivo, que es derrocar a un tirano determinado. Pero en cada comando florece lo individual, y después del triunfo viene la lucha más sangrienta, que es el todo contra todos de los vencedores.
Un partido poderoso, para llegar al poder, tiene que eliminar de su seno la división. Para ganar unas elecciones hay que tener una fuerte unidad interna, para entonces motorizar el voto exterior.
Nadie puede ganar unas elecciones con el voto de sus militantes. La gran mayoría del pueblo es amorfo y va a las elecciones motivado por lo que considera su deber patriótico, pero ni antes ni después habla de política-partidista.
Recuerdo al doctor José Francisco Peña Gómez en Tribuna Democrática. Tenía un slogan que era un llamado en oídos sordos para la autocrítica de los divisionistas: “Sólo el PRD derrota al PRD”. Todas las derrotas electorales del PRD fueron por sus divisiones internas.
La lucha soterrada entre Don Antonio Guzmán y “El hombre de las manos limpias”, Salvador Jorge Blanco, terminó en un suicidio en la barbería del despacho presidencial.
La rencilla entre Salvador Jorge Blanco y Jacobo Majuta, permitió que Joaquín Balaguer volviera reivindicado de los doce años, y comenzará el gobierno de los diez años.
Esa pugna llevó a Salvador a la prisión. El PRD se cruzó de brazos y no levantó una voz de protesta para defender a Jorge Blanco. Sacarlo del juego era uno menos en el trío de aspirantes.
Pero el PRD se alejó del poder con el desgarrador enfrentamiento entre Majluta y Peña Gómez, y más reciente, independiente de su decenso de popularidad, fracasó el intento de reelección de Hipólito con el alejamiento de Hatuey Decamps.
El PRD de hoy está fraccionado, no dividido, pero como Sísifo, levanta la pesada piedra montaña arriba, para verla caer a medio camino y tener que de nuevo alzarla.
Me parece escuchar la voz de trueno de Peña Gómez advirtiendo los estragos de la división con la consigna “El PRD unido, jamas será vencido”, pero su frase lapidaria es la realidad de hoy, es la antesala del despeñadero político, “sólo el PRD derrota al PRD”.
Si hay división, el PRD perdió las elecciones.

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