El crimen doblega a la sociedad, cuando la mujer y el
hombre común y corriente, tienen miedo de salir a la calle y hacen de su
residencia una fortaleza.
En la República Dominicana vamos camino de ser doblegados
por la delincuencia callejera. El miedo colectivo se va apoderando
del pueblo y las calles están casi desiertas después de las diez de la
noche.
El grave problema planteado por los raqueteros y
atracadores tiene que ser solucionado con la misma violencia que llegue. Los
tribunales no son radicales en aplicar penas a los implicados y muchas veces los
dejan en libertad.
Es una vergüenza que en momentos en que crece el delito y
la violencia, cuando cae un vagabundo la policía de a conocer un amplio
prontuario, donde en ocasiones se notifica que se le sometió en
más de 29 veces a la justicia.
No se ofrece ningún tipo de protección social, cuando un
hombre colocado fuera de la ley, es premiado por los tribunales con su libertad,
sin tomar en cuenta el peligro que representa para toda la
sociedad.
Hay que aplicar todo el peso de la ley, contra sus
violadores. No se puede tener manos blandas con el crimen, porque
sus vientos colaterales nos van a tocar a todos.
La justicia luce con piernas de galatina, en momentos en
que se necesita toda la fuerza moral, para poder hacer frente al crimen, en
cualquiera de sus manifestaciones.
La policía tampoco puede doblar las rodillas, y debe
someter a las leyes a los delicuentes, con todo el rigor que el caso
demande.
Una cosa es que la Policía se convierta en un escuadrón
de la muerte, y otra que tenga miedo de actuar con rigor y
responsabilidad, cuando el caso lo amerite.
El delito que más afecta al ciudadano es el
que se comete en las calles, el robo, el atraco, el secuestro, y ese tiene que
ser perseguido de inmediato, sin ningún temor por parte de las
autoridades.
Hay otra fase del delito, de cuello blanco,
que es muy parjudicial para el pueblo, pero por sus implicaciones políticas y
sociales, merece que se le trate en un comentario aparte.
Creo en la prevención del delito, con medidas de
mejoramiento social, pero sus resultados son a muy largo plazo, y
estamos hablando de acciones ahora, en el acto, antes de que sea muy
tarde.
Prácticamente todos los sectores nacionales consideran
que se debe modificar el Código Procesal Penal, pero nadie aplica las medidas
correctivas de rigor.
Ese código fue implementdo por teóricos que copiaron
manifestaciones de otros países, sin ir a la raíz de cómo se produce la
violencia en la República Dominicana.
Con una nueva Suprema Corte de Justicia, lo de rigor es
modificar ese código, que los jueces actúen con responsabilidad, que los
fiscales pidan pena máxima a la delincuencia, y que la Policía apriete la
muñeca.
Si el miedo nos embarga, y
doblamos la rodilla, nos perderemos como sociedad. De ahí que hoy todos debemos
enfrentar la violencia que sacude a país.
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