3.1.12

Obama también se juega su reelección en Iowa


Este martes por la noche no sólo los republicanos se reunirán en iglesias, colegios y gimnasios de Iowa para discutir qué candidato les gusta entre seis posibles. También lo harán los demócratas
, que debatirán sobre Barack Obama aunque no tenga rival en su partido ni haya que votarle (o no) hasta noviembre.
Los 'caucus' demócratas no tienen tanta asistencia como los republicanos, pero son un ensayo de la campaña presidencial en un momento en que cada voto cuenta, también los de este pequeño estado de tres millones de habitantes en un país de más de 300. Iowa es uno de los que oscilan entre republicanos y demócratas según las elecciones y no es casualidad que el presidente tenga ya ocho oficinas aquí, más que cualquiera de los aspirantes republicanos, y sus voluntarios hayan bombardeado a los vecinos con más de 350.000 llamadas. El presidente tiene previsto hablar el martes por la noche con los demócratas de Iowa por vídeo-conferencia.
Obama también eligió este estado como una de sus paradas para explicar su plan económico el pasado agosto en medio de la crisis tras el duro enfrentamiento con los republicanos sobre el déficit que casi lleva al país a la declaración de quiebra. Iowa sólo tiene seis votos electorales de los 270 necesarios para ganar la Casa Blanca, pero al presidente no le sobra ninguno.
"Pase lo que pase el 3 de enero, el 4 tendremos lista la mejor organización con la mejor infraestructura que cualquier candidato que siga en la carrera", anunció el portavoz de la campaña de Obama en Iowa, John Kraus. En 2008, Obama ganó aquí a John McCain por nueve puntos, pero ahora está perdiendo apoyos en grupos clave de votantes, como las mujeres, los independientes y los hispanos.

Una gestión en el punto de mira

La mayoría de los estadounidenses critica su gestión, y ganar será mucho más difícil que hace cuatro años con un paro elevado y una recuperación económica temblorosa y pendiente de Europa.
La bajada del paro (del 9,1 al 8,6%) o la victoria del presidente ante los republicanos en el Congreso para mantener subsidios de desempleo y recortes fiscales han hecho que la popularidad de Obama repuntara alrededor de Navidad. Según el sondeo de Gallup de esa semana, el 45% de los votantes le apoyaba frente al 47%, pero la tendencia vuelve a ser a la baja.
Los demócratas están más animados con los últimos datos económicos y recuerdan que Ronald Reagan, a esta distancia de su reelección, tenía un nivel de paro igual al de Obama. Aun así, el republicano consiguió rebajarlo un punto y medio para las elecciones y, en cualquier caso, mantuvo el apoyo popular hasta en los peores momentos. A estas alturas, en 1984, el 52% aprobaba la gestión de Reagan, según Gallup.
Obama acaba de volver de sus vacaciones en Hawai y ya prepara su primera gran cita del año, el discurso sobre el estado de la Unión el 24 de enero. El presidente intentará vender las "cosas tangibles" que ha hecho su Gobierno y culpar al Congreso de la parálisis de los últimos meses. Como casi todos los candidatos republicanos, Obama, ex senador por Illinois, también pretende presentarse como independiente de Washington. Este miércoles vuelve al trabajo con un acto puramente electoral, en un instituto cerca de Cleveland, en Ohio, para "dar un discurso económico", es decir para intentar convencer a sus compatriotas de que confíen en él y, de paso, vuelvan a comprar casas y coches.
Las posibilidades de Obama dependerán mucho de quién salga elegido en el campo opuesto. David Axelrod, el gurú político del presidente, asegura que todos los oponentes deben ser tratados como «formidables». Pero lo cierto es que ante el público general, Obama lo puede tener más difícil contra Mitt Romney.
Según un análisis del 'New York Times Magazine', si la economía crece despacio y ése es el enemigo republicano, Obama sólo tendrá un 17% de posibilidades de ganar.
Ante los indecisos o los demócratas desilusionados, Romney, ex gobernador de Massachusetts, tiene a su favor su imagen de centrista, aunque ahora reniegue de su defensa de la sanidad pública o del derecho al aborto, y su experiencia como empresario. En contra, su imagen distante de millonario, su irritabilidad y tal vez su religión (sería el primer presidente mormón).

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