20.2.12

Justicia sin filo



Un tema que es obligatorio que sea abordado por todos los responsables sociales, es la seguridad ciudadana. La mujer y el hombre común están expuestos a perder la vida en cualquier calle, en sus hogares, en las escuelas o en un sitio de diversión. Es una violencia que lleva al ciudadano a ser prisionero de su casa, con temor de salir a las calles, lo cual también incide en el cierre de muchos negocios.


La violencia, en cualquiera de sus manifestaciones, es un fenómeno universal, pero ello no quiere decir que nos crucemos de brazos, con la versión local. Contra el crimen  hay que luchar sin tregua.

La inseguridad ciudadana es una cara macabra de la miseria. Es un germen destructor de la sociedad, y va en su misma médula. Mejorar los niveles de vida de la población, es reducir los índices de violencia.

Hay un delito que es lacerante para la sociedad, pero todos se cruzan de brazos ante el, no le tienen miedo, y al parecer no les toca directamnte. Es el robo, el crimen, de cuello blanco y corbata.
Siendo uno de los más peligrosos, el ladrón, el atracador de cuello blanco y corbata no aterroriza a la ciudadanía, porque no pone directamente en peligro su integridad fisica.

Le lleva sus ahorros, le dispendia su inversión, lo coloca al borde del suicidio por la crisis económica, pero es un hecho intangible, a larga distancia, y sobre un patrimonio que se puede recuperar.

Ese ladrón de perfumes y finas telas logra evadir la justicia, tiene protectores, es  comprado por el dinero, una persona de nivel social, aunque tenga grandes podredumbres por dentro.

Pero el ladrón de esquina es el que más atormenta, porque es el que mata, el que agrede, con el que se tiene contacto directo. Una política de seguridad ciudadana tiene que apretar y encarcelar al pillo de cuello blanco, y al hampón de frituras.

La impunidad de uno, da la impresión a la sociedad de que la justicia es una materia de libros de textos, y que no se aplica. Otros quieren seguir ese ejemplo, en peligro de la estabilidad de la paz y la seguridad.

En la República Dominicana necesitamos mantener el orden y la seguridad, para que  no impere la ley de la selva. Cuesta trabajo y hay que someterse a sacrificios, pero para vivir en paz, tiene que escucharse el sable ejemplarizador de la justicia. Ese machete está ahora sin filo y en la vaina.

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