11.2.11

'Auschwitz', aquí no, 'bitte'

En la trastienda de la Berlinalle, anoche hubo bronca y llamadas de urgencia a los abogados del Festival. Uwe Boll, considerado por la crítica como el peor director de cine de Alemania, pero, al mismo tiempo, una personalidad de culto para los fanáticos de los videojuegos, ha demandado al director de la Berlinale, Dieter Kosslick, por haberse negado a incluir en la parrilla de competición de Berlín su última película, 'Auschwitz'.

 Sus fans emprendieron anoche una campaña en internet en su defensa y un 'pásalo' que alteró la
inauguración de la Berlinalle.

Las películas de Boll son sin excepción fracasos de taquilla, pero en DDVD suelen funcionar bien. Algo tendrá el director cuando consigue trabajar con Til Schweiger, Udo Kier y Jason Statham. El hecho es que su mal gusto y su escaso sentido de la oportunidad son, cuando menos, argumentos a tener en cuenta a la hora de presentar su obra en un festival que se pretende de prestigio.

La película motivo de esta polémica, estrenada en YouTube en 2010, juega con esa tendencia al horror porno que le caracteriza, esta vez, en las cámaras de gas del campo de concentración nazi de Auschwitz. Los efectos especiales subrayan los primeros planos desnudos de los judíos mientras son gaseados. Y, como si fuera Alfred Hitchcock en uno de sus célebres cameos, Boll se filma a sí mismo activando el mecanismo del gas y enfundado en un uniforme de las SS.

"En este país, si ruedas una película sobre héroes alemanes recibes subvenciones y premios, pero si cuentas Auschwitz tal cual, eres combatido"Y Boll quería llevar la película a concurso.

Aunque conocía el rechazo del Festival desde hacía meses, en coincidencia con la fiesta de inauguración comenzaron a llegar e-mails y mensajes sms anónimos de protesta e incluso con amenazas a varios miembros de la directiva de la Berlinalle. Un par de abogados devolvieron la copa del coctel en la bandeja del camarero para pasar la noche con el móvil pegado a la oreja, tratando de aclarar la situación y dirimir responsabilidades. Todas las sospechas se centraban en Boll.

Boll se defiende argumentando que sus películas, a diferencia del resto, no reciben dinero de los estudios, sino que es él mismo quien financia sus proyectos. Sospecha que un superviviente de este tipo enerva de tal forma a la industria que el organismo se esfuerza por expulsar al elemento extraño con la misma virulencia que un cuerpo pelea contra una bacteria. Desde su punto de vista, está dispuesto a pagar los 125 euros, IVA incluido, que cuesta incluir una película en competición (50 euros para los cortos), pero el filme no ha sido admiitido. Nadie le ha dado explicaciones. Se considera marginado.

"La mayoría de películas del Holocausto se centran en destinos individuales, pero yo cuento todo tal y como pasó, de forma masiva. Matar como trabajo, eso es lo que se ve en la película", dice el director, que no evita el victimismo al afirmar: "En este país, si ruedas una película sobre héroes alemanes como Stauffenberg o los hermanos Scholl o John Rabe, recibes subvenciones, dinero de las televisiones, premios en los festivales, pero si cuentas Auschwitz tal cual, eres combatido".

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