Wellington Menezes de Oliveira, el joven de 23 años que este jueves mató a 12 niños antes de suicidarse en su antiguo colegio en Río de Janeiro, vivía prácticamente al margen del resto del mundo. Familiares y vecinos lo describieron como un chico retraído que quedó marcado en la infancia por el fallecimiento de su madre adoptiva.
"Siempre tuvimos una relación muy buena con su familia y sus hermanos, pero él estaba muy aislado", explicó a la prensa local Elda Lira, una vendedora de 55 años que conocía al asesino.
Hace poco más de un año, Wellington dejó su casa en el barrio de Realengo -a un kilómetro del escenario de la tragedia- para mudarse a Sepetiba, también en la zona oeste de Río.
Roselaine, hermana de adopción del autor de la masacre, explicó a la radio BandNews que llevaba siete meses sin verlo. "En la época de las elecciones [presidenciales del pasado octubre] vino aquí. Nos pareció extraño que estuviera con una barba muy grande", dijo.
"Decía muchas tonterías. Sólo estaba en Internet, no tenía amigos. Era muy extraño y reservado", agregó la mujer, de 49 años.
Dibujo un perfil similar la periodista Karen Mendes, otra de las personas que trataron con el joven cuando era pequeño. "Se quedaba aislado en un rincón. Incluso tenía dificultad intelectual para comprender algunas cosas, pero para quien lo conocía fue una sorpresa [que causara la matanza]", reconoció.
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