30.8.11

Cuando el espionaje nazi olía a Chanel

Un nuevo escándalo de tintes antisemitas sacude a la industria de la moda. Y para variar, esta vez John Galliano y sus insultos en plein air no han sido los culpables. Ahora es la mismísima Gabrielle «Coco» Chanel quien tiene que sentarse en el banquillo de los acusados, aunque sea post mortem.
Según una nueva biografía publicada en Estados Unidos, «Coco» no solo tuvo un affaire con el oficial de la SS Walter Schellenberg, sino que además habría mantenido una relación con el barón Hans Gunther von Dincklage, otro oficial nazi para el que habría trabajado como espía durante la Segunda Guerra Mundial.

En palabras del periodista estadounidense Hal Vaughan, autor de «Durmiendo con el enemigo: La Guerra Secreta de Coco Chanel», finalmente se unen todas las piezas del rompecabezas sobre los rumores nunca verificados del pasado antisemita de la reina de la moda. Entre la explosivas revelaciones del libro se incluye documentación con el número de agente secreto nazi de Chanel, dos «misiones» que efectuó en España en 1941 y 1944 a cambio de obtener la liberación de un sobrino detenido, su relación con jerarcas como Hermann Goering y Joseph Goebbels y hasta pruebas de un intento de apropiarse de bienes de sus socios judíos.

La maison Chanel, propiedad de la familia judía Wertheimer (socia de «Coco» desde la fundación de su línea de perfumes en 1924), no ha negado las acusaciones, aunque las ha matizado. «No era el mejor momento para vivir un romance con un alemán —reconoce la firma en un comunicado— Aunque el barón von Dincklage era inglés por parte de su madre y conoció a Chanel antes de la guerra». Según ellos, la modista estaba más cerca de Winston Churchill que de Hitler como una «intermediaria» entre los alemanes y los aliados en el contexto de un acuerdo de paz, pero reconocen que «no está del todo claro» cuál fue su papel.

Temerosa de verse salpicada por el escándalo —tal como le ocurrió a la casa Dior con el caso de Galliano—, la firma ha cuestionado que Chanel fuera antisemita. «¿Habría aceptado tener socios o amigos de origen judío, algunos de ellos muy cercanos, como la familia Rothschild, el fotógrafo Irving Penn y el escritor francés Joseph Kessel, si hubiese tenido esa postura? Probablemente, no», dicen. Lo cierto es que este escándalo huele a cualquier cosa, menos a «Chanel N.5».

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