Ser
el malo más célebre de la historia
del cine no te garantiza cobrar lo estipulado en tu contrato. Que se lo
pregunten a David Prowse, el hombre que puso cuerpo (la voz era de James Earl
Jones) a Darth Vader en la trilogía
original de «Star Wars».
Hace
ya un par de años que saltó a la luz la reclamación de Prowse, que exige a LucasFilm -la productora de George
Lucas y propietaria de los derechos de «Star Wars»- el porcentaje pactado
de la recaucación en taquilla de «El Retorno del Jedi», la
tercera entrega de la saga.
El
actor lleva ya casi 35 años esperando a cobrar los beneficios que por contrato
le corresponden. La excusa que mantiene George Lucas para no pagar a Prowse es
que «El Retorno del Jedi» fue un mal
negocio. De hecho, no solo no dejó beneficios sino que generó
pérdidas.
Un
argumento que, con las cifras en la mano, no se sostiene. La película tenía un
presupuesto de 32 millones de euros y recaudó en taquilla en 1983 unos
475 millones de dólares. Los beneficios, por tanto, parecen evidentes,
pero en la contabilidad oficial de la cinta las artimañas de los productores
hicieron que el saldo del filme sea finalmente negativo.
Complejos entramados
Así
lo señala una información publicada por «The Atlantic», que destapa el rebuscado entramado de empresas
y sociedades paralelas con el que las productoras de Hollywood
enmascaran los beneficios para evitar pagar a los actores sus porcentajes
de la recaudación en taquilla.
De
hecho, el reportaje presenta un documento de Warner
Bros en el que, tras enrevesadas cuentas, el saldo de «Harry Potter
y la Orden del Fénix» arroja unas pérdidas de más de 167 millones de
dólares. Otro ejemplo más de esta contabilidad «creativa» que deja sin
cobrar al mismísimo Darth Vader. Y es que en Hollywood, el poder de dinero es
mucho más intenso que el de La Fuerza.