El pais ha cambiado en los últimos años. Para bien o para
mal. La clase media en su mayoría a pasado a ser pobre acomodado, y algunos, en
minoría, han dado el salto hacia arriba.
Los cordones de miseria de los barrios marginados se han
ampliado, porque la emigración del campo es masiva. En los campos se quedan los
viejos, los jóvenes prefieren pasar hambre en las ciudadades y no coger el
machete.
Pero también han desaparecido los trabajos de chiripeo agrario,
dodne se empleaban los más fuertes. La caída de la Industria Azucarera ha sido
un golpe mortal a la economía popular.
En el tiempo de zafra, se ganaban el pan diario, aunque
mal pagados, miles de obreros, en su mayoría jovenes, porque no es de viejos
doblar el espinazo de sol a sol, mocha en mano.
Los entonces jóvenes, ahora viejos, no tienen para donde
coger y pasan hambre al lado de sus bohíos detrozados.
Pero sus hijos y nietos, están concentrados en Santiago y
Santo Domingo, rompiendo brazo y haciendo lo que sea.
El cierre de los muelles de carga y descarga, para dar
paso a los depósitos de furgones, donde se empleaban miles de hombres por su
capacidad de fuerza física, dejó también sin empleo a miles de personas.
Muchas mujeres también engrosar la fila de los bolsillos
vacíos, porque entorno a los campos de caña y de los muelles florecían las
vendedoras de comida, las que suministraban agua, las que vendían ropa y las
que ayudaban en cualquier tarea, hasta amorosa.
Al llegar a los cordones de miseria, esa masa humana
desamparada, semianalfabeta y sin presente ni futuro, se enrola en lo único que
tiene disponible, la ratería y el microtráfico de drogas.
Para culquiera de esas dos actividades no hay que
estudiar, no hay que pensar, solo tener
cojones y jugársela con la cárcel o el
cementerio.
Para las mujeres de esa masa irredenta queda el camino de
la prostitución, y también ser sicarias y transportadoras de drogas.
Lo que está claro es que para acabar con la violencia callejera
se necesitan medidas sociales que puedan prevenir a largo plazo el delito.
Ahora estamos con la soga al cuello por los constantes
crimenes y violaciones de las leyes, pero no estamos dando un solo paso para
que está situación se corrija mañana.
El código procesal penal tiene lagunas, es en parte
responsable de que los delincuentes salgan en libertad, pero hay que prevenir
antes de que se cometa el delito, y no se está haciendo.
Los empresarios tienen que abrir sus ganancias, y pensar
en la creación de nuevas fuentes de empleo. El gobierno tiene que seguir
impulsando la creación de facilidades a los sectores productivos, para que se establezcan nuevas zonas industriales y
francas.
Podemos ganar la batalla al crimen callejero, pero tenemos
que enfrentarnos con él. No es esperando que otros resuelvan el problema que se
va a solucionar. Tenemos que mojarnos todos los pies en este charco, para que
mañana haya tranquilidad.
No hagamos como el empresario desalmado que espera que le
de tranquilidad un hombre que en uniforme arriesga su vida a las tres de la
mañana persiguiendo a un ladrón ganando menos de seis mil pesos mensuales.
Si no comenzarmos hoy a sentar las bases de la prevención,
nos va a llevar el diablo.