El sistema educativo dominicano necesita mayores recursos
para prosperar, entrar en la modernidad y ser eficiente. De ahí que hoy vamos a hacer varias proposiciones para
que se liberen fondos, que se pueden destinar a la educación.
No creemos en la campaña del cuatro por ciento, porque
nos huele que detrás de ella están los empresarios del sistema educativo.
Es una campaña que ha tenido muy de cerca a los editores
de libros de texto, a los suplidores del desayuno escolar, a los dueños de
colegios y a otros activistas.
Con los recursos
actuales que asigna el Presupuesto al sistema educativo se puede hacer un buen
trabajo, haciendo algunas reformulaciones.
Lo primero es que no se puede invertir el año que viene
mil millones de pesos, en las llamadas Pruebas Nacionales.
Esas pruebas no sirven absolutamente para nada. Lo único
que exhiben es que los bachilleres se gradúan siendo analfabetos integrales.
Es parecido a lo que pasaba en la Universidad Autónoma de
Santo Domigo, donde se pierdía un año en el Colegio Universitrio, para
demostrar la falta de capacidad de la mayoría de los alumnos.
El ministerio de Educación no debe continuar con las
Pruebas Nacionales, porque es un gasto innecesario, que en nada beneficia ni
moderniza el sistema de enseñanza nacional.
Además, los estudiantes burlan las pruebas nacionales
cuando obtienen en forma clandestina, y pagando un alto precio, los detalles
fundamentales de los exámenes.
La estupidez de un estudiante, su falta de preparación,
solo es indicativo de una cosa: que tiene malos profesores.
El dinero de las pruebas nacionales se puede utilizar
para capacitar a los profesores en ejercicio. Se debe fortalecer una escuela nacional de la magistratura, y dar
cursos puntuales a todos los educadores.
El desayuno escolar también tiene que ser revalorizado.
No es posible invertir quince millones de pesos diarios, por un desayuno que a
todos deja inconformes.
Es necesario, La entrega de esas raciones alimenticias,
porque es lo que mantiene en las
escuelas a miles de estudiantes, pero su manejo, de forma y de fondo, tiene que
ser cambiado.
Hay que preparar un menú regional, en base a elementos verdederamente nutritivos,
dejando a un lado ese bizcochito esponjoso que tengo dudas sobre sus propiedades
nutritivas.
Y finalmente, por ahora, los libros de textos no deben
ser cambiados todos los años.
Hay que crear una unidad de seguimiento y actualización de
los libros de textos, para que estén actualizados, pero sin tener que ser
revisados todos los años.
Se invierten al inicio de cada año escolar millones
de pesos, para la adquisición de libros de
textos que solo van a servir por ese año lectivo.
Somos partidarios de optimizar los recursos, no engrosar
los capitales de los editores, dueños de colegios y suplidores del desayuno
escolar, con el cuatro por ciento.
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