América Latina está dando pasos en firme hacia su unidad
e integración.
Esa unidad está llegando ahora a través de gobiernos de nuevo cuño, cuyos dirigentes comprenden que sin unidad, es difícil que el continente salga del abandono y el saqueo a que lo someten las grandes potencias.
Esa unidad está llegando ahora a través de gobiernos de nuevo cuño, cuyos dirigentes comprenden que sin unidad, es difícil que el continente salga del abandono y el saqueo a que lo someten las grandes potencias.
Esta lucha la están librando gobiernos con tintes
democráticos, encabezados por Hugo Chavez, presidente de Venezuela.
En su primer paso, ese bloque unitario se alejó de los
Estados Unidos y Canadá, que a nivel del conglomerado latinoamericano
podrían, ser catalogadas de naciones
desarrolladas y una superpotencia.
Los Estados Unidos en la práctica se constituyen en el jefe de la Organización
de Estados Americanos, una institución que si bien es necesaria tiene que
modificar su accionar.
Parecería que la OEA desde su creación está más empeñada
en seguir las órdenes de los Estados Undios que en profundizar los
esfuerzos contra el hambre, el
analfabetismo y el desempleo en el continente.
Por suerte, en casi
toda América Latina se pasó de la etapa de los gorilas, que era cuando
los militares gobernaban, llegado a
través de golpes de Estados, y desconociendo los resultados electores de
gobiernos democráticos.
Lo más importante, es que también hay una adecuación de
los nuevos tiempos de las izquierdas latinoamericanas.
Ya los grupos de izquierda han dejado el fusil, y han
conquistado el poder mediante los votos, y luchan para realizar
transformaciones sociales.
Uno de los casos más patéticos es el de Brasil, donde su
presidenta fue guerrillera, estuvo presa dos años y luchó contra la dictadura
de los militares.
Cuba, a través de Raúl Castro, se ha integrado a buscar
la unidad de América Latina, y sólo resta que los Estados Unidos le quiten el
bloqueo económico, y que la OEA la instale de nuevo en su curul.
Pero todo podría fracasar si en las elecciones de cada
país pierden los líderes que encabezan
los gobiernos que están tratando de
fomentar la unidad latinoamericana.
Esos gobernantes tienen ahora una mayor obligación del
buen desarrollo de su mandato interno,
de las obras sociales que hagan, del buen gobierno que lleven a cabo, porque
sobre ese pedestal es que se mantendrá la unidad latinoamericana.
Hay otro fenómeno interesante. En América Latina también
hay países, como el caso Chileno, que
miran hacia atrás e instalan en el poder a los neo-pinochetistas.
Lo trascendental es que ahora hay una lucha política, que
se deberá decidir por votos, y no por balas, y dentro del marco de la
concertación y la civilización, hay que fortalecer la unidad latinoamericana.
Manuel Hernández Villeta es
periodista dominicano
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