18.9.11

A Pleno Sol...Columna de Manuel Hernández Villeta... Oración y meditación


La oración y la meditación son necesarias para ampliar la fortaleza moral y espiritual y pasar revista a los problemas personales, y encontrar solución en los momentos de desasosiego.


Cuando se vive instante de incertidumbre, la oración y la meditación juegan el mejor papel, no importa el segmento religioso a que usted pertenezca.

¿Por qué hablo de las dos cosas, oración y meditación?. Hoy vivimos en un mundo plural y usted puede ser religioso, ateo, o agnóstico, y si no hace una oración, medita. Casi lo mismo.

De hecho ser ateo, no guarda fundamentalmente relación con que fuera simpatizante de las izquierdas, como se pensó hace varios años. Hay una concepción filosófica sobre sus preferencias religiosas, que está aparte de la orientación política.

En un momento dado de la lucha política de finales del siglo 19 y principios del 20, se levantó la consigna de que la religión era el opio de los pueblos.

Pero los misioneros jugaron un papel estelar en los programas de desarrollo de muchos países. En el Oeste norteamericano los predicadores lo poblaron mientras los pistoleros sembraban el terror.

En esa China que conoció desde la guerra del opio, hasta la apertura de la Ciudad Prohibida con Mao Tse Tung, había una misionera que escribió sobre la Buena Tierra. Una meditación de una china desangrada por la guerra civil.

Pearl Sydenstricker Buck llegó a ser considerada una agente extranjera, por su papel en llevar las ideas religiosas a una china que dejaba los mandarines, para tener la receta del libro rojo. Llegó a China a los cuatro años y vivió 40, y su libro le dio un premio nóbel de literatura, y en la versión fílmica, dos oscares.

Lo trascendental ahora, es que la oración no va a acabar con la delincuencia. El crimen ha echado raíces sólidas que sólo pueden ser arrancadas con el puño de la ley, y la prevención.

Simplemente orar es bueno, pero no es un mea-culpa de los ciudadanos, que tienen que ponerse en ristre, porque en cada cuadra amenaza la pandilla, el robo, la acción del desalmado.

La Jornada de Oración y Ayuno por la Paz y el Respeto a la Vida es una buena iniciativa de la Iglesia Católica, pero que nadie se haga ilusiones, ella sólo no bastara para acallar al crimen.

Tenemos que ir a la prevención, a la raíz de las acciones violentas; tenemos que ir a mejorar las condiciones de vida de una mayoría sensible de dominicanos, que se encuentran sumergidos en la miseria, y son piezas fáciles de conseguir como soldados del crimen.

La prostitución y el pandillerismo marchan unidos a la degradación social, al hambre y a la miseria.

Vamos a orar y a meditar, pero busquemos las soluciones mediante la prevención, y en ocasiones el puño de hierro.

Manuel Hernández Villeta es periodista escritor y crítico de cine dominicano